Mañana a la una cogemos el tren de alta velocidad que nos llevará a Pekín, así que son las últimas palabras que escribo desde la ciudad que, probablemente, vio nacer a mi hijo. Hoy ha hecho mucho calor. Me cuenta mi madre y los padres de Chema que por ahí también vais sobrados de grados. Nosotros casi lo hemos agradecido, porque por fin hemos visto el sol, y la nube gris permanente se ha difuminado.
Por la mañana hemos ido a un templo budista mientras la guía iba a por el pasaporte de Lorenzo. Se han subido a todas las escaleras y bordillos del templo, bueno..las subidas de Lorenzo cuentan por dos, porque mientras Lu subía una vez, el otro había subido cuatro. Es capaz, en menos de un minuto, de subir a una escalera, saltarla, coger una manguera, intentar remojarnos, volver a subir a la escalera, darle en el trasero a un señor y volver a saltar de la escalera. Todo esto sudando como un pollo, claro está.
Una de las cuidadoras del templo (son un montón de pabellones con diferentes budas y diferentes maestros, algo así como nuestros santos) les ha pelado un par de manzanas de las que traen como ofrenda y ahí los hemos tenido un ratito sentados. La mujer más maja que pa qué. Les ha pelado ¾ partes y la otra la ha dejado con la piel para que la pudieran agarrar sin mancharse. Luna toda graciosa le dice gracias y seguido “xie xie” y no dice thank you de casualidad, que me lleva un lío con los idiomas la pobre ☺
Después de la siesta hemos quedado con la guía para preparar los papeles que hay que gestionar en Pekín y para que nos leyera el diario de Lorenzo. Chema ha grabado lo que le iba traduciendo mientras yo intentaba entretener a las fieras. No sé qué habrá grabado porque entre gritos, lloros y risas había un follón en esa habitación que pa qué. Ahora me contaba Chema que en el diario aparece que fue encontrado un 6 de septiembre, envuelto en una manta con flores. Calcularon que tenía unos 3 meses. También cuentan que al principio fue difícil que engordara al tener el labio y paladar completamente abierto, pero que a los pocos meses lo consiguieron. La familia de acogida, una pareja mayor y su hija, se nota que lo querían mucho. Lo acompañaron en sus tres operaciones, la primera para cerrarle labio, que posteriormente se le abrieron los puntos, la segunda para cerrarle el paladar y la tercera para arreglarle definitivamente el labio. Siempre dicen que es extrovertido y que le encantan las fiestas con mucha gente, el nuevo año chino y sus cumpleaños. Vamos, que en San Lorenzo se lo va a pasar pipa. La familia de acogida pone en el diario que espera que sea tan feliz con su nueva familia española como lo ha sido con ellos. Me encantaría poder decirles que haremos lo posible para que así sea. Me parece un acto de generosidad tremendo acoger a un niño que sabes que será dado en adopción, que además necesitará de todo tu tiempo porque requiere varias operaciones y que no te permitirán tener contacto con él una vez entregado. Me quito el sombrero. De verdad que me conmueve. No sé si les pagan, pero eso no se paga con dinero.
Bueno, me despido hasta mañana, espero que nos podamos conectar desde el nuevo hotel en Pekín. Hace un rato hemos leído los últimos comentarios. Gracias a todos, de verdad que nos ayudan mucho. Guillermo, me apunto los versos sobre los ángeles, me van al pelo ☺.
Un besote grande y naranja.
Mariajo