sábado, 8 de enero de 2011

Sobrevivir a la Navidad







Hoy es día 7 de enero de 2011, así que ha terminado (por fin) la Navidad. Lorenzo ha sobrevivido. Hecho un lío, eso si, pero ha sobrevivido. Casi es literal, porque ha estado más malo que bueno, con una fiebre y unas flemas que van y vienen. Parece ser que hay algún virus puñetero por ahí, al menos eso nos dice el pediatra. "San Dalsy nos proteja", pienso yo. Luna también nos calentó la casa 24 horas con 40 de fiebre. Pero tal como vino, se fué, así que por suerte, ambos hermanos pudieron disfrutar de la cabalgata de Reyes. A decir verdad creo que disfrutamos más los padres que los críos. Yo reconozco que es una cabalgata que me emociona. Siempre pienso que me falta un hijo cuando la veo y prácticamente todos los años siento que Lucas se da un vuelo por ahí. Me hace algún guiño para que lo sepa. Este año fue muy fácil distinguirlo. Justo cuando llegamos a la Plaza de Zaragoza a esperar a los Reyes sonó por megafonía la canción del barquito de cáscara de nuez. Creo que ya os he contado que esa canción es muy especial. Se la he cantado a todos mis hijos y me la enseño la mamá de un crio que no se si vivirá todavía. La mamá se llamaba Mar, y su hijo tuvo falta de oxígeno al nacer. Nos vimos varias veces en el hospital mientras Lucas nos acompañó, y cada vez que nos veíamos yo notaba que su niño iba peor. Probablemente ella pensaría lo mismo del mío. El caso es que esa canción, preciosa, se la canto a mis críos y cuando lo hago, siento nítidamente que Lucas se acerca a escucharla. Así que llegar a la cabalgata y oírla fue una maravilla. No pude más que mirar al cielo y darle las gracias.
A todo esto, Lorenzo serio serio serio. Flipado. Nervioso. Expectante. Luna gritaba SIIIIIIIII a las promesas que los niños hacen a los Reyes cada año. Lorenzo no decía ni mú. ¿Te ha gustado? le preguntamos...y asentía, pero serio serio serio. Exceso de información creo yo. Cuando llegamos a casa de los yayos, los Reyes ya habían dejado regalos. Lorenzo no sabía muy bien que hacer, Luna y sus primos lo sabían perfectamente. Curioso...cuando terminaron de abrirlos todos Luna expresó su decepción porque no le habían puesto los zapatos de tacón que pedía (esos estaban previstos que llegaran a nuestra casa) y Lorenzo en cambio sonreía y jugaba con una peonza. Lo demás daba igual. Tenía una peonza y era el más feliz de la casa. Una, criada en la abundancia, se quejaba. El otro, que no se había visto con tanta cosa en la vida, se conformaba con lo más simple. Me dió que pensar.
Al día siguiente en casa, fiestón de papeles por el suelo, Luna por fin encontró sus zapatos de tacón y Lorenzo el monopatín que tanto quería. Al final de la tarde el salón parecía tomado por Atíla y los Hunos. Hoy hemos puesto orden y retirado los adornos navideños. El lunes hay cole. Bendito cole. Estoy saturada de Navidad, Reyes y comida (no quepo en ningún pantalón) y sinceramente necesito un poco de tiempo sin niños. Como era previsible no he tenido ni un minuto para corregir o preparar faenas y tengo cierto cargo de conciencia, pero bueno. Lo primero es lo primero :-)
Besitos para todos y FELIZ 2011